Argentinos Jr, a un paso del título y con sabor a hazaña

Hasta la victoria siempre», gritó el picante Argentinos, que un rato antes de las 4 era un equipo que había peleado con dignidad hasta el final del torneo y, pasadas las 16, era el nuevo puntero y casi campeón argentino. En una ráfaga de minutos, y a lo Che Guevara, había modificado su vida y la vida de varios equipos. Bicho raro si los hay este Argentinos de Borghi… Ayer lo picó feo al Independiente de Gallego, aunque la picazón mayor le quedó al Estudiantes de Verón. Un Estudiantes que, por culpa de los héroes menos pensados (Sabia y Caruzzo) se quedó con roncha pero sin punta. Lo cierto fue que el alarido de victoria que pegó Argentinos retumbó fuerte por La Paternal y por toda la punta del Clausura. Y no se dio por vencido ni aun vencido cuando tuvo el rancho cascoteado y se vio casi afuera de la pelea. Y ahí fue el bravo Argentinos, aun con su «pánico escénico» (Borghi dixit) a presentar batalla. Y a buscar justicia, a ratificar que no son casualidad estos 13 partidos que lleva sin perder.

Y fue entonces cuando, importándole un comino lo que pasaba con Estudiantes-Central, le llenó el área de centros al temeroso Independiente. Y se lo empató con el anteúltimo aliento, a los 44. Y se lo ganó con el último suspiro, a los 48. Y hubo fiesta por transformar un 1-3 en un 4-3 heroico, infartante, agónico… Merecido, claro…

No pudo haber elegido mejor momento para llegar a la punta sin compañía: a una fecha del final, un punto arriba de Estudiantes, con el ánimo por las nubes y con los cubiertos en el bolsillo para celebrar el banquete ante Huracán.

Increíble pero real: Argentinos, el gran vencedor de la anteúltima fecha, apenas estuvo dos minutos como ganador en cancha: porque cuando Pavlovich metió el primero, el Gordo Núñez empató enseguida. Y cuando metió el 4-3, el partido se terminó al ratito.

Casi todo el partido corrió de atrás el nuevo líder (ya había estado en la punta con Godoy Cruz, en la fecha 14). Corrió de atrás a Independiente, que se puso 2-1 y 3-1 y, de no ser por un par de tapadas de Ojeda, pudo estar más en desventaja aún. Y lo corrió también de atrás a Estudiantes: empezó un punto atrás en la tabla, llegó a estar dos abajo y, si Desábato metía ese tiro del final en cancha de Quilmes, pudo haberse despedido del sueño. Pero, con el corazón galopando como nunca, Argentinos se le puso a la par a Independiente con ese zurdazo de Sabia faltando un minuto: 3-3 y un punto atrás de Estudiantes, que ya había terminado su partido con Central.

Y cuando parecía que ya estaba todo visto, Mareque quiso salir jugando y se la dio a Acevedo. Apretó Caruzzo y tocó con Calderón, que devolvió gentilezas para que el capitán rematara y, previo desvío en Tuzzio, desatara la alegría entre todos los bichos raros de La Paternal.

¿Qué hacía Caruzzo en el otro lado de la cancha, allá arriba? «La verdad, ni yo sé que hacía… En vez de bajar a cuidar el 3-3, me quedé ahí. Me llevó el impulso…» ¿Qué hace Argentinos ahí, por encima de Estudiantes y de todos? No se pierda el próximo capítulo, el domingo, en Parque Patricios…

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