Inglaterra afrontaba su último partido aliviada por la derrota de Rusia en Israel, que permitía a los ingleses clasificarse con un simple empate anoche en Wembley.
Pero el encuentro, por la lluvia caída en Londres, por el mal estado del césped y, sobre todo, por lo que Inglaterra se jugaba, nació hecho pedazos.
Con un “No hay excusas” afirmado por el seleccionador Steve McClaren minutos antes del partido toda Inglaterra confiaba en una noche mágica para su equipo. A nadie le importaba le frivolidad de su seleccionador al sentar al meta Robinson y poner de inicio al hasta ayer inédito Scott Carson.
Y bajo el paraguas de lo inevitable, el propio McClaren vió como a los 8 minutos de juego, un disparo lejano de Kranjcar, flojo y sin aparente peligro se colaba en el marco local con la inestimable colaboración del portero debutante.
Sin tiempo para digerir el primer mazazo, a los 14 minutos varios errores en cadena de la defensa inglesa, junto al desconcierto nuevamente del portero Carson, permitieron a Olic anotar el 0-2, que enmudeció, como nunca antes lo había hecho el mítico estadio inglés.
Con mas corazón que cabeza, y intentando demostrar el gran equipo que son, Inglaterra consiguió empatar gracias a un penalty de Lampard y otro en jugada de Crouch. Gol de electrólisis para un equipo en coma y todo Wembley cantando el himno nacional. Con 15 minutos para el final Croacia certificó la tragedia tras un gol de Mladen Patric. Carson rozó la gloria y la parada pero su estirada no sirvió para evitar el 2-3 y la congoja en la grada.
Al final, lo inevitable sucedió, y Inglaterra, que no faltaba a una fase final de una gran competición desde 1994, no jugará la Eurocopa.
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