Una verdadera masacre sufrió la selección española ayer en manos de Argentina, que con goleada incluida manejó, bailó y aplastó al equipo de Del Bosque. No hubo tiempo ni de ordenarse en el campo de juego del colmado Monumental, que los dirigidos por Batista ya se encontraban en ventaja en el marcador, y nada menos que de la mano de Leonel Messi, un conocido de la casa, que en solo 10 minutos logró lo que no pudo durante todo el mundial de Sudáfrica, convertir un gol.
Pasaron tan solo 3 minutos mas, para que el “pipita” Higuaín, otro conocido de la casa, aumentara la cifra, haciendo que los jugadores españoles, principalmente los defensores, que parecían estar en otro partido, se miraran las caras unos a otros intentando comprender lo que estaba pasando. Mas tarde el error de Reina le regalaba el gol a Tevez, y Agüero sobre el final del segundo tiempo coronaba la goleada.
Se dieron dos contrastes perfectos, y un tanto paradójicos. Si uno analiza el mundial y este partido resulta difícil encontrar unas respuestas válidas. Argentina era otra completamente distinta de la que volvió de Sudáfrica con una goleada alemana, fue sólida atrás, manejó el balón, básicamente fue un equipo, y aprovechó al máximo el poderío que posee en la delantera.
España fue la contracara, no se encontró a ella misma ni a sus jugadores, estaba perdida, desorientada, viendo como los superaban una y otra vez, no pararon a nadie. Lamentablemente no hicieron valer Premio Príncipe de Asturias conseguido ese mismo día, y no dieron cuenta del juego del campeón del mundo. La decisión del técnico español, de dejar fuera a jugadores imprescindibles, como Casillas, Ramos, Capdevilla, Xavi, y Torres, se pagó muy caro.
La falta de armonía hizo que solo las individualidades sirvieran un poco. Así, dos remates de Villa en el palo, y el descuento de Llorente no nos dejaron tan en ridículo, pero igual de ahora en mas habrá que hacer valer la chapa de campeón del mundo, sea el partido que sea.
